Buenas noches, Paco. ¿Qué tal va todo?
Buenas noches serán para ti, Gustavo, porque para mí no lo son
tanto.
Vaya, hombre. ¿Qué te pasó?
Vengo del médico. Tú sabes. Las migrañas de siempre. Y me
dice el tío que me tome un paracetamol y punto. Que con eso se me quita. Ni me
manda al especialista ni nada. Si es que la Seguridad Social ya no está como
antes. Claro que con este Gobierno de mierda que tenemos, no me extraña. Ahora
además recorta también en Educación. Serán hijos de puta. Y ahora, ¿qué van a
hacer mis chiquillos?
Bueno, Paco. ¿Tus hijos no estaban en un colegio de pago?
Allí se notan menos los recortes.
Sí bueno, pero es que el trabajo… No sé hasta cuándo podrán
estar allí. Tú sabes, la crisis otra
vez. Las facturas hay que pagarlas, y cada vez es más caro. Yo no sé estas monjas, todo el día sacándote el dinero.
No, pero estamos todos asustados. Ya sé que el negocio de mi
jefe va bien, pero ¿y si de repente se lo piensa y hace un ERE de esos famosos? ¿Qué voy a hacer?
Tranquilo, seguro que eso no va a ocurrir. No seas
pesimista.
No soy pesimista. Soy realista. De todas formas a lo mejor
me voy yo. Porque para aguantar a los vagos de mis compañeros... Si no es por mí,
la empresa no va para delante. Ya no puedo más. Uno que si me viene con sus
historias de fin de semana, la otra todo el día hablando por teléfono, el otro
el pelota del jefe. Y de ese, por cierto, mejor no hablar.
Nos conocemos desde hace mucho, Paco, y siempre hablas de lo mismo. Y tú, ¿has
hecho algo por mejorarlo, has hecho algo por cambiar tu situación?
Claro, para ti es muy fácil. Has tenido mucha suerte en la
vida. No como yo, que no me sale una a derechas…
Bueno, Paco, podríamos estar aquí hasta mañana por la noche y seguiríamos hablando de lo mismo, pero desgraciadamente no tenemos más tiempo
en el programa. Muchas gracias por todo.
Ya lo han oído, así es Paco. Un vampiro emocional. Descarga
en ti toda su negatividad, todos sus problemas. Te absorbe, te manipula y se
desahoga “chupándote” toda tu energía. Te deja sin fuerzas. Como él hay
muchos, aunque tengan cuidado; no los confundan con aquellos que se quejan pero
intentan realmente cambiar su situación. A estos sí hay que ayudarlos. A los
verdaderos “chupasangres”, escúchenlos dos o tres veces como mucho; a la cuarta,
si los ven venir, cámbiense de acera o saquen del bolso el ajo y las estacas,
porque irá por ustedes. Están avisados. Desde las nubes, se despide Gustavo, el reportero más dicharachero del mundo entero. Buenas noches.
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