martes, 11 de febrero de 2014

POLTERGEIST O EL MIEDO

Aún perdura en mi mente la imagen de la pequeña Carol Anne a oscuras frente a un televisor encendido, contactando con unos malvados espíritus. Recuerdo cómo aquella luz procedente del aparato se tragó a la pequeña. Luego vino la médium bajita y su "Ve hacia la luz, Carol Ann", los esfuerzos de la familia por sacarla de no se sabe dónde, el viejo del sombrero negro de dentadura afilada, la excavadora y todo lo demás. Eran los ochenta y aquella película, Poltergeist, causó un gran impacto en la población. Estaba a la altura emocional de El exorcista o El resplandor.


La recuerdo como la primera vez que fui consciente de pasar miedo. Eran miedos infantiles. Como también lo eran el miedo a la oscuridad, el miedo a los monstruos, a los vampiros, a quedarme solo. En etapas posteriores de la infancia y en la pre-adolescencia los miedos se convirtieron en algo más realista: al daño físico, a los médicos, a la sangre, al fracaso escolar o a algún compañero de colegio. En la adolescencia aún perduraban algunos de los miedos anteriores y habría que sumarles otros, derivados de las relaciones inter-personales, del rendimiento académico y deportivo, de la crítica y el rechazo; y con los cambios que se producirían en mi propia imagen. Hoy en día sé que esos miedos eran un fenómeno universal, les pasaba a todos en mayor o menor medida,  y que tienen un importante valor adaptativo de la especie al medio. Miedo al cambio en situaciones desconocidas. Una vez controlabas la situación, aquellos desaparecían.

En la edad adulta nos pasa a veces lo mismo. Tenemos miedo al cambio. Miedo al fracaso, sobre todo los perfeccionistas; miedo al ridículo o a sentirse juzgado; miedo al qué dirán; miedo al éxito; a no tener unos objetivos claros en la vida; miedo a la necesidad de conocer todos los detalles del camino antes de saber incluso cuál es y recorrerlo. Miedo, en definitiva, a salir de nuestra  ZONA DE CONFORT. Son miedos que nos bloquean, nos estancan e impiden que luchemos por nuestros sueños. Al igual que en la primera etapa de nuestra vida, son un fenómeno evolutivo.

El miedo forma parte de la vida y no es un problema en sí mismo. Es natural, es legítimo y necesario. Lo importante es saber reconocerlo, entenderlo y gestionarlo. Para vencer los miedos necesitamos aumentar nuestra autoestima y nuestra autoconfianza. Sube tu autoestima diciéndote cosas como "yo puedo", "lo haré sin problemas" o "soy competente", que harán que realmente tus emociones hacia ti sean positivas; y no te martillees con otras como "merezco lo malo que me pase", "soy torpe y siempre lo he sido". Para elevar tu confianza sincérate contigo mismo, descubre cómo eres realmente y qué quieres cambiar, cumple con los objetivos que te planteas y comprométete a adquirir aquello que te falta (habilidades y conocimientos) para llegar a tus sueños. Así conseguirás que tus miedos disminuyan. Tu "yo real" crecerá hasta tu "yo ideal", a tu "yo auténtico", el que te guiará hasta tus deseos.

Como Carol Anne en Poltergeist, ve hacia la luz, vence tus miedos. Tus sueños están más cerca. Aquí al lado. Te espero en las nubes.

"Hoy es el futuro al que tanto temíamos en el pasado"

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