domingo, 15 de septiembre de 2013

ILUSIONES ÓPTICAS

El día de su quince cumpleaños, mi hermana vino emocionada a casa con los obsequios de sus compañeros de instituto. No sé qué se regalan ahora adolescentes de esa edad, pero en mi generación y en la de mi hermana el presupuesto solo llegaba para comprar un vinilo (o en su defecto una casete) y una postal firmada entre todos. Pero lo que me llamó la atención de aquel día fue un cartel "freudiano" con una figura en la que se dejaba entrever el cuerpo desnudo de mujer sobre las facciones de un señor barbudo. Muy hormonal, incluso para esa edad, aunque nada explícito. Dos figuras en una. Durante muchos meses, mientras colgaba desde la pared de la habitación de mi hermana, esa imagen me persiguió por todos lados. A pesar de que la visión del hombre peludo con gafas es evidente, yo solamente era capaz de concentrarme en esa morena desnuda de pelo largo.

Hacía muchos años que esa figura no se paseaba por mi mente, pero hace unas semanas, visitando la exposición que sobre Salvador Dalí preparó el Museo Reina Sofía, volvió a rondar mi subconsciente. Y es que si alguien fue capaz de crear dobles intenciones con el arte, ese fue el genio de Figueras. A lo largo de su extensa obra, utilizó recursos científicos e instrumentos ópticos para crear ilusiones ópticas, como los dibujos anamórficos,  imágenes ocultas y dobles, imágenes en tres dimensiones, y hologramas. Con todo ello, intentaba poner de manifiesto el poder de la versatilidad en la percepción. Quería hacernos comprender que la mente humana es capaz de poner el foco de atención en algo, y que lo que está alrededor, aunque exista, nos cuesta más trabajo verlo. Así, por ejemplo, en la primera imagen que observamos, es mas fácil para algunos ver una gran calavera blanca que una pareja sentada en la mesa. Para el resto de imágenes dejo al lector jugar con su percepción.



En la vida diaria ocurre lo mismo. A veces nos empeñamos en poner el foco de atención en las cosas negativas que nos rodean y obviamos las positivas. Y están allí, al lado de las otras, formando esa imagen doble que es la realidad. 

Casi siempre nos levantamos rodeados de malas noticias. Los telediarios matinales, cada vez más sensacionalistas,  nos ofrecen imágenes poco alentadoras para empezar el día. Al ir al trabajo, en el coche, ponemos esa emisora de radio en la que los tertulianos se despellejan, se gritan, se enfadan. Ya metidos en faena, nuestra mente divaga por la crisis, las facturas, el colegio de los niños, la enfermedad de ese familiar. Ocho horas de puro estrés emocional. Por la tarde la televisión nos consume, los compromisos con los demás nos agotan, la casa se nos viene abajo. Y por fin la cena. Otra vez las mismas noticias y otra vez los mismos gritos. Solo estamos a lunes. ¡Nos queda una semana entera por delante! Y ya estamos agotados. 

No se trata de esconder la cabeza en la arena como las avestruces y ser insensible ante lo que ocurre en el mundo, pero no tenemos la capa de Superman para arreglar los problemas de todos.  Con algo de suerte podemos arreglar los nuestros. Alimentar nuestros días de problemas políticos, guerras y crisis nos deja extasiados. Somos lo que pensamos. Así que deja de prestar tanta atención a esas cosas por las que no puedes hacer nada. Libera tu mente de pensamientos negativos e inúndala de positivos. De ellos nacen nuestros actos. Cierra la puerta a los malos hábitos y malos pensamientos que a diario nos invaden. ¿El truco? Ser consciente de ellos, pararlos con un chasquido de dedos, "click", y sustituirlo por otro positivo. Entrénalo como si fueras al gimnasio. Si ejercitamos nuestros bíceps y nuestros pectorales para estar más fuertes, por qué no hacemos lo mismo con el cerebro. Al fin y al cabo es otro músculo. Y es el que nos da la felicidad.

La vida está llena de buenas historias que no salen en los telediarios, de buenas palabras que no interesan a los tertulianos, de viajes distintos  y de libros enriquecedores. De buenos cafés con los amigos, de preciosas tardes de otoño, de besos sentidos y abrazos cercanos. Pequeñas cosas escondidas en ese cuadro de Dalí. Cambia el enfoque y dirígelo hacia el optimismo. También forma parte de nuestra realidad. 







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