domingo, 15 de diciembre de 2013

YO DE MAYOR QUIERO SER FOTÓGRAFO

Cuando éramos pequeños, los adultos nos preguntaban qué queríamos ser de mayores. Astronautas, bomberos, peluqueros, médicos, abogados, maestros. Algunos lo consiguieron, otros no. Si alguien me hubiese dicho con ocho años que yo iba a ser boticario, no le habría creído. Los recuerdos de la farmacia Don Casto, con su intenso olor a inyectables y a desinfectantes, no eran precisamente buenos.



Lo tenía claro. Yo de mayor quería ser fotógrafo de viajes, de esos de National Geographic que iban enseñando el mundo a través de sus ojos. Me atraía la idea de conocer muchos países y poder dar mi visión de ellos a los demás. Capturar la luz y con ella pintar el universo. Recuerdo con ilusión la hora de llevar a revelar mi carrete de las vacaciones de verano a la tienda de fotos, y la duda existencial de cuántas buenas saldrían de uno de veinticuatro. Si se salvaban una o dos, muchas eran. Ahí desistí de ser un profesional de la cámara. Mucho más tarde leí de la dificultad de publicar una sola fotografía en la revista. Para un reportaje de cuatro páginas con seis buenas fotos, un profesional necesita alrededor de 30000 disparos. Ensayo y error. Ensayo y error. Me acerco, encuadro y disparo. Cambio de perspectiva, me alejo, "reencuadro" y vuelvo a disparar. Y así la foto perfecta, tras miles de intentos.


En la vida ocurre algo parecido. Para obtener la foto perfecta de ella, necesitamos equivocarnos, aprender de los errores, "reencuadrar", cambiar de perspectiva, tomar distancia y volver a intentarlo. Al igual que un gran fotógrafo, no consigues forjar tu estilo y tu personalidad en dos disparos, necesitas probar en cuál de ellos te encuentras más cómodo; y eso solo se consigue sin miedo a equivocarse. Con la cámara en la mano, siempre es más cómodo disparar cogida horizontalmente, de pie y a la misma altura. Es lo que llamamos "zona de confort". Así todas tus fotos te saldrán siempre iguales. ¿Nunca te has preguntado por qué llaman la atención las fotos hechas por niños pequeños? Porque ellos disparan desde una perspectiva distinta a la tuya. Prueba a agacharte, prueba a poner la cámara en vertical u oblicua. Prueba a subirte a una silla o a usar un trípode. Cambia algo si la foto de tu vida te parece aburrida. O si te encuentras con un problema que aparentemente no tiene solución. Sal de tu "zona de confort" y "reencuadra". Busca otro enfoque, otra perspectiva. El "reencuadre" consiste en ser capaces de percibir cualquier situación o experiencia desde diferentes perspectivas, centrarnos en aquellas que nos resultan más útiles. Así, conseguimos que una situación aparente y habitualmente adversa pueda convertirse en algo positivo.

Ya sabes, coge tu cámara y enfoca. Cambia de ángulo y de perspectiva, y destaca aquello que más te interese. La vida está llena de grandes fotos. Dispara, equivócate mil veces. Vive.

Te espero aquí, en la nubes.



1 comentario:

  1. Me ha "gustao" mucho Javier y reitero mi agradecimiento, ya sabes por qué.
    Un abrazo.
    Paco.

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