domingo, 9 de marzo de 2014

JAZZTHERAPY 4: CINCO HABILIDADES EMOCIONALES. ¿LISTO TONTO O TONTO LISTO?

Ataulfo, Sigerico, Walia, Teodoredo, Turismundo, Teodorico… Leovigildo, Recaredo I, Liuva II... Égica, Witiza y Rodrigo.

Sí, la famosa lista de los reyes godos. El tópico de la educación en España que hacía referencia a la prueba memorística en la que había que recordar los treinta y tres reyes del periodo visigodo en España. Luego estaban los ríos de la península: Miño, Ebro, Duero, Tajo, Júcar, Guadiana, Segura y Guadalquivir, y el resto de afluentes con sus subafluentes. Podrían ser, irónicamente, algunos de los test que se hacían para hallar el cociente intelectual (CI) de un individuo en la escuela. Ese numerito habría de acompañarte el resto de tu vida. Si era bajo, tenías que dedicarte a ir a la mina o al campo, y, si era alto, eras un superdotado. Solo faltaba que te pusieran una “S” en el pecho, una capa y te sacaran en volandas por el colegio. Eras un bicho raro, hablando en plata. Años más tarde, se demostraba que muchos alumnos superdotados y afortunados en la genética del CI, eran incapaces de adaptarse a la vida; mientras que algunos “mineros” obtenían unas cotas de felicidad por encima de la media. El mundo al revés. El listo tonto y el tonto listo.

La respuesta está en que la inteligencia académica no podía, ni puede, explicar la vida emocional, y un resultado escolar excelente no asegura un triunfo en la vida cotidiana, tan pasional e impulsiva. En el mejor de los casos, el CI parece aportar solo un 20% de los factores determinantes del éxito, mientras que el 80% restante depende de otros factores. Fue entonces cuando surgió el término de INTELIGENCIA EMOCIONAL. 

Históricamente, los términos "emoción" e "inteligencia" han sido términos totalmente contradictorios, pero ¿pueden las emociones ser inteligentes? Autores como Daniel Goleman en La Inteligencia Emocional, uno de los padres de la materia, hablan de HABILIDADES EMOCIONALES para afrontar sabiamente las relaciones humanas, así como para comprender nuestras propias capacidades para reconocer nuestros sentimientos. Estas habilidades son:

Ilustración: Olga Diaz Prieto

1.   AUTOCONOCIMIENTO. La capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en el que aparece es la piedra angular de la inteligencia emocional, que resulta vital para la comprensión de uno mismo. Las personas que identifican sus emociones, las admiten y las controlan suelen ser dueñas de sus propias vidas y no están sometidas a ellas.

2.   AUTOCONTROL. La conciencia de uno mismo es una habilidad básica que permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento. Tranquilizarse, dominar la ansiedad, la tristeza y la irritabilidad permiten recuperarse antes de los reveses normales de la vida a los que poseen autocontrol que a aquellos que carecen de esta habilidad.

3.  AUTOMOTIVACIÓN. El control de la vida emocional y su subordinación a la consecución de un objetivo resulta primordial para incitar y mantener la atención, la motivación y la creatividad. La capacidad de una persona para permanecer en estado de flujo (el proceso por el que alguien está absorto en una actividad que le produce gran satisfacción, perdiendo incluso la noción del tiempo y de cualquier estímulo externo) provoca más productividad y eficacia para cualquier objetivo o empresa en el que se embarque. La perseverancia y la confianza en sí mismo son otras de las cualidades a tener en cuenta para llegar a nuestros objetivos.

4.   EMPATÍA. La capacidad de reconocer las emociones ajenas es fundamental para sintonizar con el entorno en el que nos movemos, bien sea de forma personal o laboral. Las personas empáticas ven de lejos lo que necesitan o quieren los demás, pudiendo ayudarlos o sacar provecho de ellos. Es fundamental en profesiones como las sanitarias, docencia, ventas o dirección de empresas.

5. CONTROL DE LAS RELACIONES. El arte de relacionarse se basa en la capacidad de entender las emociones ajenas, por tanto está muy relacionado con la empatía. Esto nos hará competentes o incompetentes sociales y nos hará populares, líderes o todo lo contrario. Quienes sobresalen en este apartado suelen ser auténticas estrellas y suelen tener éxito en todas aquellas actividades vinculadas a las relaciones interpersonales.

Pero tranquilo, no es necesario controlar al máximo todas estas habilidades. Solemos tener lagunas en una u otra y pueden remediarse mediante el aprendizaje, el hábito y el esfuerzo. Piénsalo. Yo creo que el esfuerzo será mucho menor que aprenderse la lista de los reyes godos y, hoy en día, la recompensa, mucho mayor.

Sé feliz. Te espero en las nubes.

En esta cuarta entrega de "Jazztheraphy" me gustaría dar cabida al que posiblemente es considerado el mayor saxofonista de todos los tiempos. Charlie Parker fue además el precursor del be-bop junto al trompetista Dizzie Gillespie en la década de los cuarenta, creando un estilo que más tarde copiaría el resto de músicos contemporáneos. Vivió a caballo entre Nueva York y Los Ángeles, y su peligrosa relación con el mundo de las drogas (estaba convencido de que aumentaban su calidad musical) lo hizo perecer muy joven. Que lo disfruten.








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